Conceptos clave[1]
En
esta segunda parte cuyo subtítulo es “algunas
propiedades generales de los campos de producción cultural”, se mencionan las
tres operaciones y niveles de la realidad social, correspondientes entre sí,
para los estudios culturales se analiza en primer lugar la
posición del campo literario, después la estructura interna del campo literario y por
último la génesis de los habitus de los ocupantes de determinadas posiciones al
interior del campo literario. Para estas operaciones habrá que tener claros
ciertos conceptos que a continuación se enumeran.
Empezaré
con el
campo de poder, citando al mismo Bordieau, este campo es: el espacio de
las relaciones de fuerza entre agentes o instituciones que tienen en común el
poseer el capital necesario para ocupar posiciones dominantes en los diferentes
campos (económico y cultural en especial). (320)
Ya
que en este campo existe una tensión y una lucha simbólica, se establece una
jerarquía entre las relaciones de los agentes e instituciones, algunas serán
conservadoras del orden establecido y otras aspirarán a cambiar ese orden, pero
con pretensión de conservar el nuevo orden. Una primera jerarquía dentro de este campo es
su dependencia respecto al público, el reconocimiento del público según su propia
calidad social y cultural.
Otro
concepto clave sería el nomos el cual se define como como un
principio de visión y de división, imponiendo límites, los cuales van enfocados
a la pertenencia al campo artístico. Así con estos límites se crea un monopolio
legitimizador de la obra artística y de los artistas. Ante este monopolio es
que surgen propuestas alternativas de agentes o instituciones fuera del
monopolio que incluye una nueva
valoración de los productos culturales .
También
está la Illusio definida como la condición del funcionamiento de un
juego de la cual es parcialmente el producto. Estamos de nuevo ante juicios
valorativos, auqnue en este caso es el campo, su orden establecido el que
llevará a sus agentes a una distinción entre lo que es importante en las obras
artísticas en contraposición con lo indiferente. Es decir que el valor de la
obra de arte lo impone el campo de producción, a través de la valoración de los
agentes, lo cual desemboca en ver a la obra de arte como fetiche. Es decir que
primero se produce una creencia en el valor de la obra de arte y después se
valida por medio de críticos, instituciones, historiadores, etc.
Al
ser el campo una red de relaciones objetivas entre las posiciones de agente e
instituciones, se puede hablar del concepto de revolución permanente en
el campo artístico, para esto debe entenderse que como hay una lucha, hay
posiciones, disposiciones y toma de posiciones. La oposición entre dominantes y
pretendientes da pie a que en algún momento una parte de los agentes dominantes
tomen posición distinta al orden establecido,una postura subversiva y en
conjunto con pretendientes y el público
se da una revolución artística. Estas posiciones, mejor dicho estas relaciones
tienden a estar en constante movimiento y en dar cierto dinamismo al orden
establecido.
Por
último menciono el concepto de la reflexividad e ingenuidad, este
concepto se explica debido a que la autonomía de un campo de producción va
acompañada de una reflexividad que supone un retroceso crítico, pues se cierra
en sí creando una historia acumulativa del campo. Este concepto se relaciona
con la ingenuidad cuando el campo crea un artista basándose en esta carencia de
reflexividad, es decir cuando un individuo ajeno casi por completo a la
historia del campo es valorado como un creador de arte puro, liberado entre
comillas de las condiciones históricas.
[1]
Estos conceptos fueron tomados de la segunda parte (Fundamentos de una ciencia
de las obras) del libro de Pierre Bordieau Las
reglas del arte.
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